25 de octubre de 2011

EL AMOR EN EL ISLAM (parte 2)

Para el misticismo musulmán, todo amor en este mundo-hablando en términos metafísicos- es esencialmente divino, y esto es cierto tanto para el amor que una leona tiene por sus crías como para el de un hombre por su pareja, sin mencionar objetos menos animados, tales como el amor de un árbol por la tierra que lo alimenta o el amor cósmico que mantiene a los planetas en órbitas o hace que el sol brille con luz resplandeciente sobre todos los seres de este mundo. Lo que es verdad sobre el amor en este mundo también lo es para la Sabiduría y aún el Poder; todos emanan de sus raíces divinas en Dios, el Amor, la Sabiduría y el Poder Divino.
Dice el Sagrado Corán: "Dios es Amor (Uadud)" "A quienes hayan creído y hecho buenas acciones, el Compasivo les dará amor".
Dice un hadizQudsi: "No cesa de acercarse Mi siervo a Mi, por medio de sus actos de adoración y las buenas acciones, hasta que lo ame (especialmente), y cuando lo amo, soy los oídos con que él escucha, los ojos con los que ve, la lengua con la que habla y la mano con la que agarra".
De los ciento catorce capítulos que contiene el Sagrado Corán, 113 comienzan en el Nombre de Dios, El Clementísimo, El Misericordiosísimo.
Un hadiz del Profeta Muhammad (BPD) nos enseña que la Misericordia de Dios, tiene cien partes (infinitas), de una de ellas proviene todo el amor que se profesan las madres a sus hijos, los amantes y los animales en este mundo, etc, las otras noventa y nueve las reserva Dios para los creyentes en la otra vida.
Existe una tradición islámica que se remonta al sexto Imam de la escuela shii, Ya’far As-Sadiq (702-765), la paz sea con él.-citada en la colección Al Kafifi’ilmidin, de Abu Ya’far Muhammad IbnYaqub al Kulaini (m.939), compuesta de 16.099 hadices-, y que expresa que hay tres clases de fe: la del temeroso o esclavo, la del comerciante o interesado y la del amante, el libre, el agradecido.
La primera está supeditada al castigo, la segunda supeditada a la recompensa y la tercera al amor a Dios mismo, desinteresadamente, sin ningún interés fuera de él. Obviamente, la primera es la más débil.
Numerosos sabios musulmanes han desarrollado esta temática que se ha extendido al campo cristiano.
Rabi’a de Basora o Rabi’a al Adawiyya (713?-801) nació en Basora (Irak) en el seno de una familia pobre. Fue una mujer piadosa que a pesar de su belleza inusitada se despreocupó de su vida mundanal, dedicándose exclusivamente al ascetismo y gnosticismo del Islam. Poetisa, una de sus súplicas expresa su profundo pensamiento relacionado con la fe del amante:



« ¡Oh mi Señor!, si te adoro por miedo del Infierno,
quémame en el Infierno,
y si te adoro por la esperanza del Paraíso,
Exclúyeme de él,
Pero si te adoro por Ti mismo
No me apartes de Tu belleza eterna»
(Margaret Smith: Rabi’a the mystic and her Fellow-Saints in Islam, Cambridge, 1928, pagina 30)






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por leernos!